sábado, 14 de junio de 2008

Sin Camilo, nuestro canto no sería igual

Francisco (Pancho) Cedeño

Antes de la aparición de Camilo Zapata en el panorama artístico nacional, las canciones que se conocían o se interpretaban eran más que todo las pertenecientes al folklore (provenientes de los antiguos romances y corridos), o las pertenecientes a los compositores de la época, que basaron sus creaciones en géneros musicales foráneos, como el vals.

Camilo aparece como compositor en el momento en que los poetas del Movimiento de Vanguardia emprendían la búsqueda y la afirmación de la identidad nacional, después de las terribles consecuencias culturales que había dejado la ocupación norteamericana (1926-1933). La publicación de los Poemas Nicaragüenses de Pablo Antonio Cuadra, 1934, coincidió con la creación de Caballito Chontaleño, la primera canción de Camilo Zapata, cuando era apenas un quinceañero.

Camilo crea canciones cuyas melodías están en compás de 6/8 (célula rítmica de dos tiempos con tres notas musicales en cada uno de ellos), que es el mismo en que están construidas las melodías de los sones de marimba, pero, además, logra traspasar ese ritmo a la guitarra, que funge como instrumento acompañante.

En las letras de esas canciones aparecen por primera vez nuestras toponimias, modismos, refranes, personajes populares, el doble sentido y la picardía, cuestiones de contenido social, en fin, muchos rasgos de la identidad cultural del país rural que era Nicaragua en la primera mitad del siglo XX. Estas letras estarán expresadas con poesía sencilla e ingeniosa, de gran sensibilidad y descripción, en perfecto equilibrio con las melodías en que navegan.

Sus composiciones son muchas y variadas, encontramos boleros, tangos, pasillos, fox trot, valses, villancicos y mazurcas. El compositor de El Nandaimeño, El Solar de Monimbó, Flor de mi Colina, El Arriero, Juana la Chinandegana, El Marimbero, Minga Rosa Pineda, El Toro de Teodoro, El Sopapo, El Ganado Colorado, Cara al Sol, Teustepe, Campesina Zalamera, por mencionar apenas algunas canciones de su extensa obra, abrió una puerta en la que años después entrarían Erwing Krüger, Jorge Isaac Carballo, Otto de la Rocha, Víctor M. Leiva, Carlos y Luis Enrique Mejía Godoy, cada uno de ellos desde su propia propuesta musical. Sin Camilo Zapata, nuestro canto nacional no tendría la fisonomía con que ahora lo conocemos.

A sus 90 años, Camilo sigue siendo la referencia más importante del canto nicaragüense, pues, como dijo PAC, fue el creador de manera consciente de “el son que nos baila dentro, en el subconsciente musical del pueblo. Él fue el primero que valoró y dio continuidad culta al ritmo popular más característico de los nicaragüenses”.

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