sábado, 14 de junio de 2008

“Más Camilo Zapata a los 89 años”

Wilfredo Álvarez/ Tito Leyva

Mis encuentros con Camilo Zapata se dan espontáneos en la ciudad de Chinandega, por los años 50, y ceñidos al asunto familiar, cuando yo era estudiante de la Escuela de Medicina. Recuerdo que mis tíos maternos, los Rodríguez, me hablaban con mucho entusiasmo de las canciones del maestro Zapata. Yo tenía una referencia de ellas, pero no las conocía, y la oportunidad se presentó casi sin planificar, con la emoción reservada para compartir esos gratos momentos con Camilo, pues como era agricultor calzaba estupendamente para ser bienvenido en casa de mis tíos, y por la vocación del canto se hizo una muy buena mancuerna duradera y bonita. Con Camilo era fácil entrarle a cualquier conversación, porque su humildad lo permitía todo y su fineza fuera de serie nos estimulaba a confiar en su amistad. Ése es el Camilo Zapata que recuerda el doctor Wilfredo Álvarez, ajustando esos momentos de infancia para rendirle un homenaje a sus 89 años.

Álvarez matiza su alegría al recordar que fue en la Hacienda “El Cacao” donde él le escuchó a Camilo Zapata, por primera vez, la famosa canción “Juana la chinandegana”. Los que estábamos reunidos departiendo alegremente fuimos felizmente sorprendidos por la letra y la música de la canción impregnada de picardía y esencia nicaragüense, y no pudimos más que celebrarla como un gran acontecimiento. Puedo decir, agrega el galeno, que con ese bonito antecedente se selló nuestra amistad y la de muchos.

El ex “Bisturí Armónico” está contento hablando de su amigo, y apenas toma un poco de respiración, se entona en la travesía de otro recuerdo: durante la Revolución Sandinista, el doctor Sergio Ramírez Mercado, Vicepresidente de la República, me comisionó para que buscara a Camilo y le comunicara acerca de una distinción que le ofrecía la Junta de Gobierno para distinguirlo por sus méritos de gran compositor. Después de recorrer muchos vericuetos, encontré a Camilo, y él, con esa grandeza que sólo se hermana a los grandes creadores, me agradeció que haya sido yo quien le comunicaba la agradable noticia. Camilo Zapata ha sabido siempre, y es una de sus hermosas virtudes, ser agradecido. Su don de gente lo lleva muy impregnado a cualquier actividad que realice, confirma Álvarez.

Una anécdota muy alegre, señala el doctor Álvarez, es cuando fuimos el doctor Fernando Silva y yo a buscar a Camilo para que lo atendiera un médico, porque presentaba cierto malestar, y lo que creíamos fácil se nos volvió toda una jornada azarosa y algo complicada, pero chistosa al fin. Buscamos a Camilo en su casa, donde algunos amigos, y en los lugares afines que frecuentaba, pero fue hasta en Jiquilillo, y donde la “Pucha”, que descubrimos a nuestro gran hermano bien alegre en su zafarrancho. Por supuesto que Camilo estaba bien atendido, y no creo que en ese momento necesitara los servicios de un médico, agrega Álvarez, soltando la carcajada.

Con Camilo fueron días y noches de mucho esplendor nicaragüense cuando nos uníamos para cantar en serenatas o por puro placer de atender a nuestras familias y amigos. Inventábamos cualquier pretexto para darle a la cantada y compartir ideas, proyectos y las más inverosímiles ocurrencias que todos disfrutábamos como buenos nicaragüenses, refiere el doctor Álvarez con el entusiasmo en el rostro y como dispuesto a rememorar esas deliciosas aventuras.

Por mucho tiempo yo fui el médico de confianza de Camilo, y de alguna manera también su confidente y su amigo, y esa triple condición me ayudó a disfrutar del cariño recíproco del mejor Camilo, el hombre de pueblo, bromista, desinteresado y fino caballero todo el tiempo. Yo nunca le escuché a Camilo una palabra grosera ni tendenciosa en contra de nadie, menos en contra de un músico, afirma con aplomo el doctor Álvarez.

Respecto a la gran obra de Camilo Zapata, el doctor Álvarez señala que con las canciones del “Clarinero Mayor” se da origen al son nica y a toda la música folclórica nacional. El son nica es un aporte regional, nacional e internacional, que nos enorgullece”.

Los nicaragüenses debemos exigirnos más en el conocimiento y la difusión de nuestra música; hace falta rendirle méritos a nuestros grandes impulsores, como Camilo Zapata y otros, que lo han dado todo por la belleza y calidad de nuestro patrimonio musical, demanda el doctor Álvarez.

En la casa de Camilo le he escuchado bellas baladas de la onda esotérica que hablan con profundidad del tema de la paz en el mundo, y por supuesto, de la convivencia humana. Ése es un nuevo filón de Camilo en su bregar como gran compositor, indica el también músico.

En las letras de las canciones de Camilo no hay desperdicio, aunque aparenta cierta superficialidad, el resultado es sólido, bello y de gran profundidad filosófica. Ése es el Camilo nuestro y grande, señala.

Finalmente, el doctor Wilfredo Álvarez destaca que Camilo Zapata es todo un enamorado del amor, por todas las cosas del aroma de la mujer y del paisaje de la patria, a la que ha mimado con sus bellas canciones. Camilo Zapata sigue siendo un luchador sin fronteras y en todo terreno.

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